A finales del 2017, la entidad interprofesional del sector porcino (INTERPORC) organizó una campaña itinerante con el lema “Porklovers” con el fin de promocionar los beneficios de la carne de cerdo y potenciar su consumo e imagen como producto de calidad. Una campaña muy necesaria porque todavía perviven falsas creencias y el desconocimiento sobre sus verdaderas propiedades nutricionales.
La carne de cerdo es un alimento rico en proteínas de alto valor biológico y vitaminas del grupo B (B1, B3, B6 y B12). También aporta distintos minerales como el hierro, el zinc, el fósforo y el potasio. Aún perviven falsas creencias sobre el valor nutritivo del cerdo, como su contenido en grasas, que es moderado o incluso bajo en piezas magras como el lomo.
Además, la carne de cerdo es rica en grasas monoinsaturadas y contiene altas cantidades de ácido oleico que ayuda a mantener unos niveles adecuados de colesterol. Se recomienda que la ratio ácidos grasos poliinsaturados/ácidos grasos saturados sea mayor que 0,4, atributo que solo cumple la carne de cerdo.
El principal componente de la carne de cerdo es el agua (40-75%), seguido por la proteína o la grasa, según la pieza. Así, el tocino o la chuleta son partes menos proteicas y más grasas, mientras que el lomo es la parte más magra y menos calórica.
La carne de cerdo es rica en vitaminas B1 (tiamina), que actúa como coenzima en reacciones metabólicas y en B2 (riboflavina), que interviene en reacciones oxidativas del metabolismo.
Por tanto, su consumo semanal es aconsejable en el marco de una dieta variada y equilibrada.
FUENTES:
Departamento de Agricultura, Alimentación y Acción Rural. Observatorio del Porcino.